jueves, 2 de junio de 2011

MI PRIMERA VEZ


Os voy a contar como fue mi primera vez, como casi todas las primeras veces me encontré torpe, sin saber muy bien qué hacer, y cansado, pero eso sí con muchas ganas e ilusión.

Todo empezó una calurosa tarde de mayo, preparo la mochila, y cojo la bici (con un radio de menos) para bajar hasta la pista de atletismo donde he quedado con Miguel. Una vez allí vemos como está mi bici y decidimos que no puedo correr con ella, o al menos no con esa rueda de atrás que más bien es un amasijo de hierro. Vamos a YMCA a coger su antigua GT que me vendría “de perlas” para pedalear por Valmojado.

Ya está, estamos preparados, en el coche suenan los Regicidio. Este viaje promete, esta carrera promete. En algo menos de una hora ya hemos llegado a Valmojado. Montamos las bicis, nos inscribimos por cinco euros menos de lo que pensábamos gracias a unas organizadoras poco enteradas y nos encontramos con otro par de Freedoms; Moreno y Diego, comentamos que el ambiente es bueno aunque hay caras de conocidos competidores que seguro nos harán la competencia y juntos empezamos a calentar un poquito, hasta la línea de salida, donde en un instante iba a dar comienzo la prueba: El IV Duatlón los Quejigares.

A partir del pistoletazo de salida todo transcurrió muy rápido, al menos para mí, estaba ansioso por hacerlo bien, salí rápido, luego me dí cuenta que demasiado. Incluso pensé en dejarlo a los 4 kilómetros de carrera, pensé en decir esto no es para mi, pero no se de donde exactamente me venían voces que me decían ¡vamos ostia, tu puedes Mario! Y efectivamente pude, no sin poco esfuerzo, pero terminé mi primer duatlon.

La carrera fue agotadora, en gran parte por el calor, cuando vi el puente de la carretera me dije, vamos esto ya está hecho, ahora la bici, que es mi fuerte. La transición fue algo caótica ya que no me acordé de que no me podía subir directamente, sino que tenía que ir hasta una zona concreta para subirme. Novato.

Empecé volando con la bici, adelanté a más de 10 corredores, los cuales cuando mis fuerzas flojeaban a lo largo de los kilómetros me volvieron a adelantar. Cuando otra vez me venía esa sensación de “que necesidad tengo yo de hacer esto”, vi a lo lejos a Miguel, bajado de la bici, y en cuanto él me vio no paró de animarme y de maldecir contra su cadena, que se le había roto, dejándole así sin grandes opciones, a las que si no hubiese tenido ese problema técnico, seguro, hubiese aspirado.

Ya estaba acabando con la bici y Moreno, que ya había acabado (este tío es un fuera de serie) me animaba para acabar la prueba. Por último dejé la bici, y de nuevo me puse a correr, me dí cuenta de que parecía un anciano, porque no podía dar zancadas grandes, y no sabía muy bien como correr. El primer kilómetro aproximadamente lo corrí junto con otro hombre que estaba en las mismas condiciones que yo, y más tarde lo dejé atrás, dándole ánimos para terminar la carrera (da gusto el compañerismo de estas pruebas)

Ya veía la meta, y algo me entró en el cuerpo que me animó a correr más, ya me salían las zancadas grandes, y cuando escuché los pitidos del chip al entrar a meta una sensación de alegría mezclada con agotamiento y satisfacción recorrió mi cuerpo.

Creo que me he enganchado a esto de sufrir. ¡Arriba los Freedom!

No hay comentarios:

Publicar un comentario